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Lecciones de Vida

Nicolás Massú, ex tenista: “Si tuviera que ser tenista de nuevo lo elegiría mil veces”

Nicolás Massú, ex tenista: “Si tuviera que ser tenista de nuevo lo elegiría mil veces”

El doble medallista olímpico entrena al austríaco Dominic Thiem, número 5 del mundo. En esta lección de vida, Massú habla de tenis, su relación con Fernando González, sus retos y el Covid. "La pandemia ha sido difícil, pero yo me acostumbro a todo".

Por: María José López | Publicado: Domingo 20 de junio de 2021 a las 04:00
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Estoy viviendo en Miami. Hace poco más de 10 años me compré un departamento y desde entonces paso mucho tiempo acá, porque me queda más cerca para viajar a todos lados, debo hacerlo como entrenador.

Volví hace dos semanas de Roland Garros, donde jugó Dominic (Thiem, el tenista austríaco a quien entrena). Previo a eso estuvimos en una gira de dos meses preparando los torneos: jugó en Madrid, Roma, Lyon.

Estos días recargamos energía y partimos ahora a Mallorca, torneo que se disputa este fin de semana como preparación para Wimbledon (28 de junio al 11 de julio), y después Viena (octubre).

Estoy viajando el 80% del año, tal como lo hacía como jugador. Ahora lo hago como preparador, y estoy feliz.

A principios de año estuve en Chile, después de los torneos que jugamos en Doha y en Dubái (en la foto). Me gustaría volver después de Wimbledon. Todo depende de cuándo Dominic termine sus partidos. Porque, en principio, vamos a los Juegos Olímpicos de Tokio (a fines de julio).

Siempre tengo ganas de volver a casa… desde que partió la pandemia he estado poco con mi familia. Tengo la suerte de que mi hermano se ha quedado en Estados Unidos conmigo, pero a mis papás los he visto muy poco.

Ha habido situaciones complicadas para nosotros. En este tiempo que estuve fuera, falleció mi abuela (por el lado paterno), y el hermano de mi mamá. No he podido estar allá. Son momentos difíciles.

Con respecto a los recientes resultados de Dominic (perdió en la primera ronda de RG contra el español Pablo Andújar), si analizamos todo lo que ha hecho en los últimos Grand Slam, ha sido espectacular.

Desde que empezamos a trabajar juntos hace 2 años y medio ha hecho 3 finales, ganando una de ellas, el US Open, el año pasado. Uno se acostumbra a esos resultados, sobre todo en el nivel que tiene él, que es N° 3 ó 4 en el mundo.

Este tipo de cosas pasan. Son partidos que a veces se te escapan y se complican. Me fijé en los récords de los jugadores activos de Roland Garros, y él estaba dentro de los tres con mejor rendimiento en torneos pasados: había llegado a dos semifinales, dos finales y un cuartos de final.

Es la primera vez que le pasa esto. Iba ganando dos sets a 0. Pero como te digo, son cosas que pasan. Rublev, un jugador ruso, llegó con todas las expectativas: venía ganando y también perdió en primera ronda. Nadie lo esperaba.

Este año, además, Dominic tuvo algunos problemas físicos en la rodilla… paró como 7 semanas en total. Pero está con las mismas ganas de siempre, es un gran luchador. Es impresionante la mentalidad que tiene, el día domingo (30 de mayo) perdió en Roland Garros y el miércoles estaba entrenando en Viena preparándose para lo que se viene.Al final eso es lo que diferencia a un jugador.

Me identifico bastante con él. Me encanta la manera con que jugaba desde antes que empezara a trabajar con él. Tiene un tenis que a mí me enseñaron desde chico.

Obviamente tenemos cosas diferentes. Pero en su forma de trabajar, la garra que pone, en el compromiso, nos parecemos. Tampoco tenemos tanta diferencia de edad, de hecho hay muchos jugadores que hoy están en circuito y que yo también enfrenté.

Entonces puedo opinar mucho de lo que viví, de las experiencias. Por suerte también tuve momentos importantes en mi carrera, y cuando uno lo mira con más edad, se puede ver con más tranquilidad.

Sobre todo en instancias importantes, en finales que él también ha enfrentado. Por eso es tan importante la figura del entrenador, porque su rol es analizar desde afuera.

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Hace 10 años hago charlas motivacionales. Partí haciéndolo un poco antes de mi retiro en 2013. Siempre me ha gustado el contacto con la gente y hablar de mis experiencias. Muchas veces las empresas me llamaban para que les contara de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 (cuando ganó dos medallas de oro, convirtiéndose en récord mundial).

Pienso que la parte mental ha sido fundamental en mi carrera, siempre he tenido esa personalidad de resiliencia, de estar fuerte, de ser un guerrero y de ser positivo, eso también ayuda.

No soy una persona que me pongo tímido o que no puedo transmitir mis cosas. Me sale fácil. Partí haciendo las charlas con Gustavo Huerta, de TVN. Después empecé a trabajar con Carlos Cerpa. Ya llevamos juntos ocho años en esto y hemos estado en varias empresas, mineras, universidades, colegios, de todo.

Hasta que empezó la pandemia. He hecho varias por Zoom. Sé que no es lo mismo, pero me gusta, y bueno, hay que reinventarse y adaptarse a la situación que el mundo está viviendo. Pero obviamente es algo que echo de menos.

Porque cuando llegaba a Chile era algo que me mantenía motivado. Es mi trabajo también. Hace siete años también armé mi academia de tenis en la Ciudad Deportiva, me ilusiona mucho porque ahí empecé a trabajar con niños, con jugadores de alto rendimiento, con gente que le gusta el tenis.

Mi hermano Stefano está a cargo ahora, y la idea es hacer algo acá en Estados Unidos. Por mi carrera, se me ha presentado la oportunidad de participar en distintos negocios y tengo la suerte de tener a mi familia que aconseja muy bien.

Está mi mamá (Sonia Fried), mi hermano, mi papá (Manuel Massú), quien ha estado a cargo de cuidar mi plata y ver mis inversiones desde que empecé a ganar mi primer peso.Obviamente siempre comunicándome todo. Es una tranquilidad saber que en Chile están todas mis cosas en orden mientras trabajo acá.

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Mi familia ha sido muy importante en mi vida. Mis abuelos, por parte de mi madre, estuvieron en los campos de concentración de Auschwitz y en la Segunda Guerra Mundial. Imagínate todo lo que eso es. Mucho dolor familiar. Y llegaron a Valparaíso sin nada.

Fue él, Ladislao Fried, quien me llevó al tenis. Uno se siente muy contento de recibir apoyo en algo así, porque no era normal entonces que un hijo les dijera a sus padres que quería ser tenista. Lo normal es ir a una universidad, estudiar algo.

En ese tiempo ser deportista profesional no se veía como una carrera. No sé si lo miraban como un hobby, o como una locura. Pero hoy ya se entiende que es una carrera. Es lo mismo que ser abogado, ingeniero comercial, u otra cosa.

Simplemente, que dura mucho menos. Yo a los 33 años me retiré y me jubilé. Pero uno tiene que reinventarse. Yo tenía claridad total de que el tenis era mi carrera y me reinventé y soy capitán de Copa Davis: me lo ofrecieron dos meses después de retirarme, y sigo haciéndolo.

Hay atletas que terminan su carrera y sienten un vacío, porque estuvieron toda la vida haciendo este deporte y se enfocaron solamente en eso y después viene algo que no saben manejar al principio y se preguntan “qué va a pasar de aquí en adelante”.

No es tan fácil, porque tení 33-34 años. Yo en ese sentido siempre tuve claridad de que quería seguir este camino, pero tuve una carrera gracias a Dios, por suerte, exitosa.

Si yo quería ser entrenador, el día que colgué la raqueta como jugador profesional, tenia que olvidarme un poco de eso y decir: “de aquí para adelante parto de cero”. Porque antes todo giraba en torno a mí, y ahora el protagonista es otro: son los jugadores Copa Davis o Dominic Thiem.

Obviamente me queda mucho por aprender, porque llevo 7 años no más en esto. No sé cuántos años más lo haré. Si me preguntan ahora, diría que lo quiero hacer el tiempo que la salud me acompañe.

Porque no me aburro, no tengo problemas en viajar, no tengo problemas con la soledad. De hecho, cuando no tengo esto, el tenis, siento que algo me falta: ya tengo claro que esto es lo que necesito.

***

Desde los 11 años voy al psicólogo. La academia de tenis donde yo entrenaba en Villa Alemana contaba con uno y día por medio lo veía. Apenas pude pagar uno particular para que me acompañara a algunos torneos, lo hice. Invertí en eso.

Porque sabía que un deporte individual requería ser fuerte mentalmente, manejar ciertas emociones. Porque no se trata solamente de estar fuerte físicamente, de pegarle bien a la pelota, de entrenar tantas horas, de usar la mejor ropa. No. Al final es todo.

Porque si tu agarrai a los primeros 100 mejores jugadores del mundo, la mayoría le pega bien a la pelota, pero hay algunos que marcan la diferencia en la parte mental, en cómo se desenvuelven en los momentos difíciles, son más inteligentes en tomas de decisiones complejas.

Todo eso me lo enseñaron desde chico y yo intentaba traspasarlo a la cancha: muchas veces me salió, otras veces no. Pero por lo menos tenía los recursos para poder hacerlo.

La gente me pregunta mucho también por qué durante mi carrera he transmitido esa fuerza, esa garra, esa pachorra… pero también paso por muchos momentos difíciles para ser así. Yo no conozco a nadie a quien siempre le ha ido bien en la vida, y a nadie que siempre le ha ido mal.

La vida es de altos y bajos, así es que depende de uno cómo se desenvuelve. Quizás por estas historias familiares en que desde chico me enseñaron a ser muy patriota, a querer al país y nunca entregarse. Aunque el panorama sea muy negro.

***

Me dio Covid en el verano. Supuestamente me iba a Australia el 13 de enero y toda la semana anterior me hice los exámenes preventivos de PCR: en las seis pruebas, salí negativo. Hasta que di positivo. Tuve algunos síntomas leves, dolor de espalda, cansancio y algo de resfrío. Pero después de dos días estuve bien, fue muy leve, por suerte.

La gente suele preguntarme si hubo un momento complicado en el que pensé retirarme. Y no, nunca dije “no juego más”, o “no sirvo para esto’” Siempre era como un poco caliente, enojado cuando perdía.

Y de repente quizás veía un poco las cosas más difíciles de lo que estaban, pero era producto de la presión de querer ganar, de entrenar no sé cuántas horas y que no me resultara algo.

Entonces podía estar conversando horas y horas con mis entrenadores, ellos explicándome la situación, pero yo con la cabeza un poco dura, molesto. Y al final eso también es lo que transmito hoy a los jugadores más jóvenes.

Que si yo hubiera escuchado un poquito más, quizás hubiera sido un poco más simple. Pero yo tenía 27, 28, 29 años y tenía que pasar por esos momentos. Cuando uno tiene 20 piensa de una manera, cuando tiene 30 piensa de otra forma, y a los 40, de otra.

Por eso hay muchos entrenadores que tienen mi edad, o más, y que ya pasaron por todo esto y se lo transmiten a las generaciones nuevas. Es un deporte que no te da mucho respiro. Uno no puede perder tiempo porque esto es muy rápido y es corta la carrera.

No tengo frustraciones ni pendientes. Porque de chico siempre asumí que perder era una posibilidad, y los dos partidos más importantes de mi vida, los gané, que fueron las dos medallas de oro en Atenas.

Igual sigo jugando. Tengo que estar en forma, es mi compromiso porque tengo 41 y entreno a un joven de 27 años. Tengo que estar preparado para jugar 2 a 3 horas con él. Eso también me trae muchas cosas positivas.

La pandemia ha sido difícil, pero yo me acostumbro a todo. He estado encerrado en hoteles muchas veces durante mi vida. Ahora es mucho más extremo, claro. En los torneos no podíamos salir a la ciudad, en París nos daban una hora para salir a caminar al lado de la torre Eiffel. El año pasado nada.

Pero no me afecta estar encerrado en un hotel, no me afectó estar encerrado tres meses en mi departamento en Santiago cuando en abril partió la pandemia. Obviamente no es lo más normal, no es entretenido y no lo paso bien.

Pero no me echo a morir, no me pregunto tanto por qué esto, por qué lo otro. ¿Qué hago? Trato de avanzar en otra cosa, o de hablar con amigos que no veía hace tiempo, veo partidos de tenis para mejorar con Dominic, me entretengo viendo cosas.

Esto que se está viviendo en el mundo es algo momentáneo, es terrible, súper complicado para todos, hay familias que han perdido seres queridos, pero uno tiene que tratar de afrontar la situación. Si pensamos que esto no se va a acabar, es como estar destruyendo tu cabeza.

Sigo siendo muy amigo de Fernando (González). Por la pandemia, no nos vemos como antes, pero estuve con él hace poco, fui a su casa. Tuve la oportunidad de conocer a su hijo Félix después de varios meses. No es fácil mantener una amistad de tan largo tiempo cuando también hay rivalidad ahí.

Lo que pasa es que era rivalidad de la buena, nos hicimos bien mutuamente. De los tenistas Fernando es con quien más compartí. También tengo una gran relación con Marcelo (Ríos) porque cuando yo partí en el circuito él me ayudó mucho al principio.

Imagínate, yo tenía 17, 18 años y él era número 1 en el mundo. No podía convencerme de que un tipo que era tan bueno para el tenis estuviera al lado mío. Yo pensaba: “si él puede, yo también”.

No considero que se me hayan subido los humos (con el triunfo y fama), siempre seguí siendo el mismo. Mi personalidad es la que tengo ahora con 41 años y la que tuve a los 16 cuando empecé a viajar por el mundo.

El ídolo que tuve desde chico fue Andre Agassi. Creo que fue de toda mi generación, porque era un jugador que era diferente, jugaba bonito, tenía personalidad. Yo tenía posters de él pegados en mi pieza. Y a los 20 años me tocó competirle en Wimbledon.

Era la tercera ronda, nada fácil. Y después me tocó jugar con él en el US open, ese partido fue más cerrado, tuve mis chances. No he leído su libro, me gustaría hacerlo para entender por qué dijo lo que dijo (que odiaba el tenis).

Pero mi experiencia fue distinta. Si tuviera que ser tenista de nuevo lo elegiría mil veces.

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